El afinador del piano es la historia de una distorsión y de una obsesión. A través de un diario se destapa un mundo de sensaciones en el que el amor y la muerte se juegan la última partida. Un mediocre afi nador de pianos que mantuvo una intensa relación homosexual pierde al amor de su vida por culpa de una mujer. Desde ese momento vive empecinado en vengar su desamor y dirige su locura y distorsión hacia un afamado expianista y su mujer, invadiendo sus vidas y aprovechándose de sus inquietudes y debilidades. Su enajenación le lleva a un laberinto de mentiras en el que nunca se encuentra la salida.
Hablar de la novela El afinador del piano es hablar de distorsión, de Clara, de Albert, de Ramón, de muerte, de sexo, de música, literatura y belleza.
Frases como «la sospecha de que aquel hombre guardaba celosamente en su interior un secreto inconfesable» o «una verdad mayúscula y desnuda que durante mucho tiempo fuimos incapaces de destapar» hablan por sí mismas de la autora y de ese laberinto particular de sentimientos.
La belleza de su escritura ya me atrapó defi nitivamente en su segundo libro de relatos cortos, Malgré Tout. A pesar de todo. Lo que nunca intuí ni fui capaz de imaginar era que aquellos personajes especiales, Clara y Samuel, aquellos pianos de media cola y su entorno, saltarían de ese magnífi corelato, el número siete llamado Tríptico, que nadie debería dejar de leer para disfrutar si cabe aún más, instalándose atrevidamente en El afinador del piano y conformando una historia, un hermoso compendio de emociones y un verdadero «tratado de sensaciones», como si hubiese sido el propio Condillac quien lo hubiese escrito.
En El afinador del piano la autora secuestra al lector, lo convierte en cada uno de los personajes de su magnífica y trepidante novela, que por momentos tiene un ritmo musical lento y profundo, y que se desliza por el pentagrama de la vida, desgranando en clave de amor, de deseo, de vida y de muerte, lo más truculento, vil y despiadado del ser humano, así como la ternura, el afecto y la sensibilidad. Quien se sumerja en estas vidas fi cticias debe estar en todo momento preparado para recorrer, casi sin descanso, un sinfín de emociones encontradas, el miedo a la realidad y a la vez el amor más profundo.
Ana Vaultrin nos lleva capítulo a capítulo por las calles de Malasaña, nos hace entrar en las casas de los personajes y, de pronto, nos vemos envueltos, casi sin darnos cuenta, en descripciones y conversaciones abarrotadas de intrigas, de mentiras, de medias verdades y de engaños que ocultan las siniestras intenciones de los personajes entre verdades que no sabemos si lo son o no. Casi llegamos a sentir en nuestras manos el olor y el color de la sangre. Y como si de una lección de psicología práctica se tratara, inesperadamente, es el propio lector el que está a punto de vivir su propia distorsión paratáxica distinta de la del protagonista.
Es muy emocionante encontrarse metido dentro de cada personaje de la novela, analizado y escudriñado hasta el más mínimo detalle, porque la autora con su pluma nos va haciendo atravesar la piel de cada uno de ellos, desgranando razones y sinrazones, hasta conseguir que nos demos cuenta de que todos tenemos algo de Clara, de Samuel, de Albert y de Ramón, y que cada uno de ellos con su personalidad, son como los fantasmas que pasan por nuestro espejo de la vida, reflejando lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros. Y todo ello, aderezado con una magnífi ca y casi poética manera de gritarnos esas verdades que casi siempre nos negamos a escuchar.
En definitiva, Ana, gracias por esta novela y por la belleza de tu escritura, gracias por dejarnos entrar y conocer los recovecos de tus pasiones, tu sensibilidad y tus emociones, gracias por crear para todos nosotros un mundo ficticio lleno de realidades. No dejes nunca de escribir, porque siempre será un placer leerte y me encantará volver a encontrarme contigo, sujetándote con tu portada entre mis manos.
Santiago Vidal Mauriz
Es licenciada en Filología Clásica, diplomada en Derecho Tributario y Asesoría Fiscal Internacional y en Gestión y Administración de Empresas.
Comenzó a escribir desde su juventud, y sus primeras experiencias literarias fueron en el taller de literatura del Instituto Emilio Castelar, donde cursó sus estudios de Bachiller y donde colaboraba activamente en la Revista Perchero, en la que aparecieron sus primeras publicaciones tanto en prosa como en verso.
Es miembro de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles desde el año 2010 y miembro fundador de la Asociación de Mujeres Ágora Espacio Creativo. Ha sido galardonada con los siguientes premios literarios: Segundo accésit de poesía del premio Emilio Castelar, año 1982; Primer accésit de poesía del premio Emilio Castelar año 1983; Primer premio del concurso de Narración Corta Isabel de España, año 1986; y Primer premio de Narración Corta Enrique Tierno Galván, año 1987.
Ha publicado en el año 2005 dentro de la obra Premio Isabel de España de Cuento 1980-2005, el relato ¡Hay tanta inspección…!, edición Fugger Libros, Sial Ediciones. En el año 2010 un primer libro de relatos titulado Retratos de Obsidiana, Editorial Raiz Publicidad S. L.; y en el año 2012 un segundo libro de relatos titulado Malgré Tout, A pesar de todo, Editorial Raiz Publicidad S. L..
Ana Vaultrín defi ende las palabras que le hacen vibrar. Las mismas que, escondidas entre las páginas de un texto, le recuerdan que muy pocas veces ha andado sola por el mundo caminando con un libro entre las manos.
La vida fue para nosotras como un piano de cola que a cada rato se desafinaba.
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